El libro de Jonas puede leerse desde la lógica de
la filosofía actual -analítica, hermenéutica, fenomenología,
post-estructuralismo, etc-, pero el texto se sale de los marcos epistemológicos
de estas tendencias para partir de dos hechos: el hombre es el único -que hasta
el momento- se plantea el problema de la responsabilidad, y el planeta se está
acabando debido a la acción humana mediante la ciencia y la tecnología
modernas. La reflexión de Jonas es una crítica a ambas y muestra la necesidad de
actuar con cautela en un marco de responsabilidad.
La obra de Jonas es importante porque ofrece un
nuevo tipo de cuestionamientos sobre el desarrollo de la tecnociencia y el
papel del ser humano en el mundo. Así, sugiere la necesidad de pensar
nuevamente la ética más allá de los marcos tradicionales como la búsqueda de la
felicidad, el cumplimiento del deber, el desarrollo de una vida virtuosa, entre
otros.
Su propuesta de nuevo imperativo “Actúa de tal
modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una
vida humana auténtica", que también se expresa como "No pongas en
peligro la continuidad indefinida de la humanidad en la Tierra", permite
plantear una serie de preguntas que llevan a considerar que la ética sigue
construyéndose: Así, por ejemplo, frente a cuestiones consideradas
suficientemente discutidas, propone discutir los siguientes tópicos: ¿cuál es
el bien humano? ¿es posible definir límites al actuar del ser humano? En tal
caso ¿cuáles serían estos y bajo qué consideraciones? ¿la noción de bien común
involucra a toda la naturaleza más allá de las sociedades humanas? ¿qué tipo de
economía es pertinente en una sociedad que busque superar la cultura del
descarte?
“Con respecto a la
prolongación de la vida humana se pregunta: ¿Hasta qué punto esto es deseable?
Sobre el control de la conducta humana: ¿Debemos inducir sentimientos de
felicidad o placer en la vida de las personas a través de estímulos químicos?
En relación a la manipulación genética, donde el hombre toma en sus manos su
propia evolución: ¿Estaremos capacitados para el papel de creadores? ¿Quiénes
serán los escultores de la nueva imagen del hombre? ¿Según qué criterios y en
base a qué modelos? ¿El hombre tendrá el derecho de cambiar el patrimonio
genético del propio hombre?”[1]
En el fondo, se trata de replantear los asuntos
que nos son vitales, porque son aquellos sobre los que descubrimos que tenemos
poder. Para ello se sitúa más allá de lo que considera éticas tradicionales, de
los ofrecimientos de las tradiciones religiosas -aunque se reconozca en una de
ellas, más por cultura que por confesión-, y de las respuestas esperanzadoras
de la filosofía de Bloch y Popper. El principio esperanza de Bloch es
cuestionado por Jonas, porque, aunque parte del reconocimiento de la carencia,
se decanta por la utopía y la ensoñación de que la materia tiene en sí
posibilidades creativas que le llevarán a pervivir. En tanto que la aspiración
de Popper de que la ciencia se autocorrige en sus errores a partir de ensayar
soluciones para los problemas. Si bien Jonas no descarta las tentativas de
solución que plantea Popper, sostiene que existe un ámbito al que las ciencias
sociales y las ciencias de la naturaleza no pueden acceder. Dicho ámbito es el
de la ética.
La configuración de esta nueva ética es una ética
del cuidado que pone su acento en dos cuestiones: la responsabilidad a largo
plazo y la prudencia a corto plazo. El principio de responsabilidad de Jonas,
tiene su base en la compatibilidad del ser humano con la tierra. Ahí radica lo
que él llama una “vida humana auténtica”. En este cruce de caminos, convergen
tres valores: la comprensión del ser humano como sujeto de responsabilidad, la
conciencia de las consecuencias y el ejercicio de la libertad.
Como puede observarse, se trata de una ética
práctica que se enfrenta a la cultura del descarte y de la destrucción. Para
una reflexión ética preocupada por la fundamentación o lo procedimental, estas
consideraciones centradas en el cuidado son invisibles, y cuando aparecen se
pueden interpretar como retórica… sin embargo, en ellas nos va la vida. Las
preguntas que surgen a propósito de la lectura de Jonas y las que él propone,
podrían ser -a mi juicio- preguntas para configurar una nueva ética.
[1] De
Siqueira, José Eduardo. El principio de responsabilidad de Hans Jonas (en) Acta
bioethica versión On-line ISSN 1726-569X Acta
bioeth. v.7 n.2 Santiago 2001 http://dx.doi.org/10.4067/S1726-569X2001000200009
Nota: las imágenes han sido tomadas del documento Asumir la ética del cuidado de la casa común de las Religiosas Teresianas.
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